APOCALIPSIS 8.1-5. FABIAN MASSA.
NO PEDIMOS DIEZMOS NI OFRENDAS
El séptimo sello y el incensario de oro
1 Cuando el
Cordero rompió el séptimo sello, hubo silencio en el cielo como por media hora.
2 Y vi a los siete ángeles que están de
pie delante de Dios, a los cuales se les dieron siete trompetas.
3 Se acercó otro ángel y se puso de pie
frente al altar. Tenía un incensario de oro y se le entregó mucho incienso para
ofrecerlo, junto con las oraciones de todo el pueblo de Dios, sobre el altar de
oro que está delante del trono. 4 Y junto con esas oraciones, subió el humo del
incienso desde la mano del ángel hasta la presencia de Dios. 5 Luego el ángel
tomó el incensario y lo llenó con brasas del altar, las cuales arrojó sobre la
tierra; y se produjeron truenos, estruendos, relámpagos y un terremoto.
1 Cuando el Cordero rompió el séptimo sello, hubo silencio en el cielo como por media hora. Comentario a Apocalipsis de Simón Kistemaker, PDF página 230: “1. Y cuando abrió el séptimo sello, hubo silencio en el cielo como por media hora. El séptimo sello viene después del sexto, del que está separado por el interludio del capítulo 7. Los dos sellos tienen un propósito común, a saber, presentar a Dios como juzgando a los incrédulos. Nótese que la secuencia de los cuatro primeros sellos presenta a caballos y sus jinetes. El quinto sello habla de las almas debajo del altar que le piden a Dios que vengue su sangre derramada. Y el sexto sello describe a los malvados pidiendo a las montañas y a las rocas que los oculten de la ira de Dios y del Cordero. [p 296] El séptimo sello es una continuación del sexto sello, pero ahora hay un período de silencio «o antes o después del juicio final»
2 Y vi a los siete ángeles que están de pie delante de Dios, a los cuales se les dieron siete trompetas.
Como bien explica Kistemaker, el Séptimo Sello, al igual que el Sexto Sello (Ap. 6.12) marca el comienzo del Día e la Ira de Dios y el castigo a los Incrédulos, cada una de las siete trompetas anunciarán una calamidad que caerá sobre la Tierra.
3 Se acercó otro ángel y se puso de pie frente al altar. Tenía un incensario de oro y se le entregó mucho incienso para ofrecerlo, junto con las oraciones de todo el pueblo de Dios, sobre el altar de oro que está delante del trono. 4 Y junto con esas oraciones, subió el humo del incienso desde la mano del ángel hasta la presencia de Dios.
5 Luego el ángel tomó el incensario y lo llenó con brasas del altar, las cuales arrojó sobre la tierra; y se produjeron truenos, estruendos, relámpagos y un terremoto.
Del mismo Incensario que se usó para acompañar a las oraciones de los Santos, ahora en lugar de incienso, el Ángel lo carga con las brasas del Altar, que caen como castigo a la Tierra, los truenos, los estruendos y el Terremoto expresan el enojo de Dios con los pecadores.
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