HEBREOS 12.4-13. DIOS DISCIPLINA A SUS HIJOS. FABIAN MASSA
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NO PEDIMOS DIEZMOS NI OFRENDAS |
4 En la lucha que ustedes libran contra el pecado, todavía no han tenido que resistir hasta derramar su sangre.
A ninguno de nosotros se nos ha exigido lo que se le exigió a Cristo.
5 Y ya han olvidado por completo las palabras de aliento que como a hijos se les dirigen:
«Hijo mío, no tomes a la ligera la disciplina del Señor
ni te desanimes cuando te reprenda,
6 porque el Señor disciplina a los que ama
y azota a todo el que recibe como hijo». Pr 3:11,12, el autor cita la LXX
La disciplina es un acto de amor de Dios como Padre. Cuando un padre no disciplina a su hijo, es porque o no entiende su rol de padre o simplemente no ama a su hijo, pero el autor de hebreos lo explica mejor: 7 Lo que soportan es para su disciplina, pues Dios los está tratando como a hijos. Porque, ¿qué hijo hay a quien el padre no disciplina? 8 Si a ustedes se les deja sin la disciplina que todos reciben, entonces son bastardos y no hijos legítimos. 9 Después de todo, nuestros padres humanos nos disciplinaban y los respetábamos. ¿No hemos de someternos, con mayor razón, al Padre de los espíritus y viviremos? 10 En efecto, nuestros padres nos disciplinaban por un breve tiempo, como mejor les parecía; pero Dios lo hace para nuestro bien, a fin de que participemos de su santidad. 11 Ciertamente, ninguna disciplina, en el momento de recibirla, parece agradable, sino más bien dolorosa; sin embargo, después produce una cosecha de justicia y paz para quienes han sido entrenados por ella.
La disciplina de un padre es enseñanza de bendición para la vida, por lo que el autor continúa diciendo: 12 Por tanto, renueven las fuerzas de sus manos débiles y de sus rodillas temblorosas. 13 «Hagan sendas derechas para sus pies» (Pr 4:26) para que la pierna coja no se disloque, sino que se sane.
En todos los órdenes, el mayor disciplina al menor:
Dios a los hombres, los padres a los hijos, el maestro a sus alumnos, el entrenador a su equipo, el pastor a sus discípulos.
Cuando el mayor a cuyo cargo estás ya no te disciplina, es porque ya no te considera como parte de su responsabilidad, te soltó la mano. Por eso, lejos de menospreciar la disciplina, mejor valorala.
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