APOCALIPSIS 9.13-22. FABIAN MASSA.

 

NO PEDIMOS DIEZMOS NI OFRENDAS

13 El sexto ángel tocó su trompeta y oí una voz que salía de entre los cuernos del altar de oro que está delante de Dios. 14 A este ángel que tenía la trompeta, la voz le dijo: «Suelta a los cuatro ángeles que están atados a la orilla del gran río Éufrates». 15 Así que los cuatro ángeles que habían sido preparados precisamente para esa hora y ese día, mes y año, quedaron sueltos para matar a la tercera parte de la humanidad. 16 Oí que el número de las tropas de caballería llegaba a doscientos millones.

17 Así vi en la visión a los caballos y a sus jinetes: tenían coraza de color rojo encendido, púrpura y amarillo como azufre. La cabeza de los caballos era como de león y por la boca echaban fuego, humo y azufre. 18 La tercera parte de la humanidad murió a causa de las tres plagas de fuego, humo y azufre que salían de la boca de los caballos. 19 Es que el poder de los caballos radicaba en su boca y en su cola; pues sus colas, semejantes a serpientes, tenían cabezas con las que hacían daño.

Esta sección de Ap. 9 también muestra otra lectura de lo relatado en Ap. 8: Que a causa de la caída del Meteorito y como parte de los efectos del Invierno de Impacto: La gran cantidad de sustancias químicas y cenizas liberadas en la atmósfera, no solo impedirían la llegada de la Luz del Sol (y todo lo que eso implica: Descenso abrupto de la temperatura, rotura del equilibrio de los Ecosistemas, hambrunas y extinciones masivas), sino que también envenenarían el aire. A esta realidad “Física” se le adiciona el Ejercito de Demonios de Destrucción de la Caballería: 19 Es que el poder de los caballos radicaba en su boca y en su cola; pues sus colas, semejantes a serpientes, tenían cabezas con las que hacían daño.

Pero todo este desastre, no traerá arrepentimiento de su mala vida a los que sobrevivan:

20 El resto de la humanidad, los que no murieron a causa de estas plagas, tampoco se arrepintieron de sus malas acciones ni dejaron de adorar a los demonios y a los ídolos de oro, plata, bronce, piedra y madera, los cuales no pueden ver ni oír ni caminar. 21 Tampoco se arrepintieron de sus asesinatos ni de sus artes mágicas, inmoralidad sexual y robos.

 



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