PLANIFICA TU PROYECTO, TU CARRERA, TU VIDA: DE LA IDEA A LA ACCIÓN, UN VIAJE CREATIVO EN CINCO ESTACIONES. FABIAN MASSA

 

NO PEDIMOS DIEZMOS NI OFRENDAS

Hay dos maneras de encarar la vida:

Algunas personas reaccionan según lo que les sucede, tienen una personalidad reactiva. Esto las deja siempre un paso atrás, buscando soluciones a lo que ya ocurrió. No se anticipan y por eso no pueden tomar el control de su futuro. Otras, menos frecuentes, pero más decididas, saben lo que quieren y trabajan para que eso suceda. Tienen una personalidad proactiva: no esperan que las cosas pasen por arte de magia, accionan para que pasen.

Este posteo está dedicado a quienes tienen claro lo que desean y están dispuestos a recorrer el camino completo: desde la idea inicial hasta su realización.

Este proceso lo podés aplicar a:

  • Un proyecto laboral, o a un emprendimiento.
  • A tu carrera profesional o proyecto de vida.
  • A tu Ministerio.

Porque toda idea, por más pequeña que parezca, tiene el potencial de transformarse en algo real y significativo.

Todo comienza en silencio: A veces con una chispa fugaz, otras con una inquietud que se instala sin pedir permiso. Pensar una idea es como observar una semilla en la palma de la mano: todavía no sabemos qué será, pero intuimos que algo puede crecer. El pensamiento es el terreno fértil donde la idea germina, se conecta con otras y empieza a tomar forma.

Hablar la idea: el pensamiento en voz alta: Luego viene el impulso de decirla. Al verbalizarla, la sacamos del mundo interno y la lanzamos al aire, donde puede rebotar, chocar, expandirse. En el diálogo, la idea se prueba. Se tambalea, se defiende, se transforma. Hablarla es como verla caminar por primera vez. Compartirla nos permite contrastarla, enriquecerla y descubrir ángulos que no habíamos considerado.

Escribirla: la idea toma cuerpo: Escribir obliga a elegir palabras, a ordenar pensamientos, a decidir qué queda y qué se descarta. Es un espejo que no miente: lo que no está claro en la mente, tampoco lo estará en el papel. Es el primer acto de compromiso con la idea. La escritura le da estructura, claridad y la vuelve visible, comunicable y revisable.

Reescribir: el pulido profundo: Reescribir no es repetir: es repensar mientras se escribe, ajustar, afinar, y descubrir lo esencial. Este acto reorganiza la idea en el pensamiento y la fija en la memoria, porque implica una reflexión activa. Ya sea en papel o en pantalla, reescribir transforma la idea en algo más sólido, coherente y maduro. Es el arte de redondear lo que antes era apenas un esbozo.

Realizar: el salto al mundo real: Cuando la idea ha sido pensada, hablada y escrita con profundidad, está lista para dar el salto: convertirse en acción. Se transforma en proyecto, en experiencia. Sale al mundo, se enfrenta a lo real, y en ese encuentro se completa. Pero también se abre a nuevas preguntas, nuevas ideas. Porque realizar no es cerrar el ciclo, es abrir el siguiente.

En esta etapa, donde la idea ya está materializada, es posible ajustarla, revisarla y perfeccionarla hasta que los resultados sean óptimos. La realización retroalimenta el pensamiento: lo que funciona o falla genera nuevas ideas.

Un proceso vivo y circular: Pensar, hablar, escribir, reescribir, realizar. No son pasos aislados, son estaciones de un mismo viaje. Y cada vez que lo transitamos, no solo llevamos una idea más lejos: también nos llevamos a nosotros mismos un poco más profundo.

Este ciclo creativo nunca se cierra del todo. Cada etapa influye en las demás. Pensar lleva a escribir, escribir lleva a reescribir, reescribir genera nuevas ideas, y realizar nos obliga a volver a pensar. Así, cada idea se convierte en una oportunidad de evolución personal.



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