¿PORQUÉ LA LETRA MATA Y QUÉ ESPIRITU VIVIFICA? FABIAN MASSA
NO PEDIMOS DIEZMOS NI OFRENDAS
En la Subcultura Evangelical,
donde el uso de versículos sueltos fuera de contexto (como si fueran eslóganes
espirituales) es la norma, uno de los que se usa de manera más equivoca y
torcida es, sin dudas, 2° Corintios 3.6. Que ellos interpretan como que mucha
letra (mucho conocimiento/estudio envanecen) mientras que “Estar en el
Espíritu,(urrapapeando sin entender nada) da vida.
Aquí va el pasaje en cuestión en
varias versiones[1]:
A. 6 el cual asimismo nos hizo ministros competentes de un nuevo pacto, no de la letra, sino del espíritu; porque la letra mata, más el espíritu vivifica. RV60
B. 6 Él fue quien nos capacitó para ser ministros de una alianza nueva, basada no en la letra de la ley, sino en la fuerza del Espíritu; y la letra de la ley es causa de muerte, mientras que el Espíritu lo es de vida. La Palabra (España)
C. 6 Él nos capacitó para que seamos ministros de su nuevo pacto. Este no es un pacto de leyes escritas, sino del Espíritu. El antiguo pacto escrito termina en muerte; pero, de acuerdo con el nuevo pacto, el Espíritu da vida. NTV
D. 6 Él nos ha capacitado para ser servidores de un nuevo pacto, no el de la letra, sino el del Espíritu; porque la letra mata, pero el Espíritu da vida. NVI
E. 6 Ahora Dios nos ha preparado para que anunciemos a todos nuestro nuevo compromiso con él. Este nuevo compromiso no se apoya en la ley, sino en el Espíritu de Dios. Porque la ley condena a muerte al pecador, pero el Espíritu de Dios da vida. TLA
F. 6 Él nos ha capacitado para que seamos siervos del nuevo pacto, no basado en la ley sino en la obra del Espíritu, porque la ley condena a muerte, pero el Espíritu da vida. NBV
En base a lo leído, se podría
decir que esto habla que es más importante el sentido con que se dictó la ley
(o su propósito) es más importante que la literalidad, ya que lo que plantea
Pablo en 2 Corintios 3:6 es una crítica a la aplicación rígida y literal de la
ley, que puede volverse opresiva o incluso destructiva si se desconecta de su
propósito espiritual.
Les paso el siguiente análisis, hecho
con la colaboración de la IA Copilot:
Cuando dice “la letra mata, más
el espíritu vivifica”, está señalando que seguir la ley al pie de la letra sin
entender su intención puede llevar a la muerte espiritual, mientras que vivir
guiado por el Espíritu —que revela el corazón de Dios detrás de la ley— da
vida.
¿Qué implica esto?
- La ley como guía, no como prisión: El propósito original de la ley era acercar al ser humano a Dios, proteger la justicia y fomentar la convivencia. Pero cuando se convierte en un fin en sí misma, pierde su sentido.
- Jesús como ejemplo: Él constantemente interpretaba la ley desde el amor y la misericordia. Por ejemplo, cuando perdona a la mujer adúltera o sana en sábado, está mostrando que el propósito de la ley es restaurar, no condenar.
- El nuevo pacto: Pablo está diciendo que ahora, como ministros del nuevo pacto, no estamos llamados a imponer reglas, sino a transmitir vida. El Espíritu nos capacita para entender el propósito detrás de cada mandamiento.
- En resumen: El propósito y el espíritu con que se dictó la ley son más importantes que su literalidad. La ley sin amor se vuelve letra muerta. Pero cuando se interpreta desde el corazón de Dios, se convierte en fuente de vida.
La Ley, antes de ser escrita
salió de la Boca de Dios, con el aliento (Ruaj de Dios = su Espíritu) y su voz
en definitiva no es otro que el Hijo de Dios, quien después se hizo carne en Jesús,
El Mesías.
La Ley como expresión viva de
Dios Antes de ser escrita en tablas, la Ley fue pronunciada por la boca de
Dios. En la tradición hebrea, Ruaj (ר֫וּחַ)
significa “aliento”, “espíritu” o “viento”, y está íntimamente ligado al acto
creador de Dios. Cuando Dios habla, no solo comunica información: transmite
vida, porque su voz lleva su Espíritu.
La Palabra como el Hijo En Juan
1:1 se nos dice: “En el principio era el Verbo (Logos), y el Verbo era con
Dios, y el Verbo era Dios.” Y en Juan 1:14: “Y aquel Verbo fue hecho carne, y
habitó entre nosotros…” Esto conecta directamente con: la voz de Dios, su
Palabra, es el Hijo, quien luego se encarna en Jesús. Así, la Ley no es solo un
conjunto de mandamientos, sino una manifestación del carácter divino que
encuentra su plenitud en Cristo.
Del aliento a la carne
- Aliento (Ruaj): Espíritu que da vida, que inspira a los profetas, que guía.
- Voz: Expresión del pensamiento divino, audible y poderosa.
- Verbo (Logos): La Palabra eterna, que se hace carne en Jesús.
Gálatas 4:4-6 refuerza esta idea:
Dios envió a su Hijo, nacido bajo la ley, para redimirnos y darnos su Espíritu.
Es decir, la Ley nos prepara para recibir al Hijo, y el Hijo nos capacita para
vivir por el Espíritu.
La Ley no es letra muerta cuando
se entiende como una expresión del Verbo viviente, es decir, en el Espíritu de
Dios.
La Ley como sombra del Verbo
Antes de ser escrita, la Ley fue pronunciada por Dios, y esa voz no es otra que
el Verbo eterno —Cristo mismo— que luego se hizo carne. Por eso, cuando se interpreta
desde el Espíritu, la Ley revela su verdadera intención: llevarnos al Hijo, no
alejarnos de Él.
El Espíritu como intérprete
divino Sin el Espíritu, la Ley puede volverse letra muerta, fría, legalista.
Pero cuando el Espíritu la ilumina, se transforma en camino, en verdad, en
vida. Es como leer un poema con el alma del autor susurrándote al oído: cada
palabra cobra sentido, propósito, y belleza.
Romanos 8:2 lo dice así:
“Porque la ley del Espíritu de vida en Cristo Jesús me ha librado de la ley del
pecado y de la muerte.” Aquí Pablo no está anulando la Ley, sino mostrando que
su plenitud se encuentra en Cristo, y que el Espíritu nos capacita para vivirla
desde el amor.
La Ley no es letra muerta cuando
se entiende (se interpreta desde el sentido que Dios le dio en su corazón) como
una expresión del Verbo viviente.
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