LA OBRA QUE DIOS EXIGE: CREER PARA TRANSFORMAR, LA FE QUE CAMBIA VIDAS DESDE ADENTRO HACIA AFUERA. FABIAN MASSA
NO PEDIMOS DIEZMOS NI OFRENDAS
Sobre
Juan 6. Una multitud, un milagro, una pregunta clave
Jesús estaba con sus
discípulos en una colina, rodeado por una gran multitud. Al ver que no tenían
comida, multiplicó milagrosamente unos pocos panes y peces, y todos quedaron
saciados. Pero cuando la gente quiso proclamarlo rey, Jesús se retiró solo a la
montaña. Él no buscaba popularidad, sino transformación.
Más tarde, tras caminar sobre el agua y reunirse con sus discípulos, Jesús llegó con ellos a la otra orilla del lago, a Capernaúm. Allí fue encontrado por la misma multitud que lo había seguido. Al hallarlo, le preguntaron: “¿Qué obras debemos hacer para agradar a Dios?”
La respuesta que redefine
la espiritualidad
La pregunta revelaba una
expectativa común: que agradar a Dios requería rituales, méritos o prácticas
religiosas. Pero Jesús respondió con una claridad que desarma toda religiosidad
vacía: “La obra que Dios demanda es que crean en aquel que Él ha enviado.”
(Juan 6:29)
No se trata de ritos ni de actividades sin propósito, sino de una fe verdadera, una fe que implica vivir conforme a la Palabra, confiar en Jesús como el pan que da vida eterna, y seguirlo con obediencia.
Fe que se traduce en
servicio y transformación
Jesús enseñó en Mateo 22:34–40
que “amando a Dios por sobre todas las cosas y al prójimo como a uno mismo”
se cumple toda la Ley y los profetas. Y una de las formas más concretas de amar
al prójimo es a través del trabajo: cuando lo hacemos con excelencia,
generosidad y propósito, bendecimos a otros y glorificamos a Dios.
Cristo no vino a satisfacer caprichos terrenales, sino a ofrecer una vida que se transforma desde adentro. Y esa transformación produce frutos visibles: decisiones más sabias, relaciones más sanas y una calidad de vida más plena.
Fe que impacta generaciones
Esa plenitud no se limita al ámbito espiritual. Una vida alineada con Dios tiende a generar movilidad ascendente en lo socioeconómico, porque promueve responsabilidad, integridad y visión. Y ese crecimiento se convierte en un espaldarazo para la siguiente generación, que hereda no solo valores, sino también oportunidades.
Conclusión: ¿Qué obra
demanda Dios?
La respuesta sigue siendo la misma: creer en Jesús. Pero ese creer no es pasivo ni superficial. Es una fe que transforma, que sirve, que construye, y que deja huella.
¿Estamos viviendo esa fe
que cambia vidas desde adentro y bendice hacia afuera?
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