APOCALIPSIS 5. SIMON KISTEMAKER.

NO PEDIMOS DIEZMOS NI OFRENDAS

Apocalipsis 5 - La Biblia Textual 3a Edicion

1 Y vi en la diestra del que estaba sentado en el trono un rollo escrito por dentro y por fuera, sellado con siete sellos.

2 Y vi a un ángel fuerte que proclamaba a gran voz: ¿Quién es digno de abrir el rollo y desatar sus sellos?

3 Y nadie, ni en el cielo ni en la tierra, ni debajo de la tierra, podía abrir el rollo ni mirarlo.

4 Y lloraba yo mucho, pues nadie fue hallado digno de abrir el rollo, ni de mirarlo.

5 Pero uno de los ancianos me dice: ¡No llores! ¡He aquí el León, el de la tribu de Judá, la raíz de David, ha vencido para abrir el rollo y sus siete sellos!

6 Y vi en medio del trono y de los cuatro seres vivientes, y en medio de los ancianos, un cordero en pie, como inmolado, que tenía siete cuernos y siete ojos, que son los siete espíritus de Dios enviados a toda la tierra.

7 Y fue, y lo tomó de la diestra del que estaba sentado en el trono.

8 Y cuando tomó el rollo, los cuatro seres vivientes y los veinticuatro ancianos se postraron delante del Cordero, teniendo cada uno una cítara, y tazones de oro llenos de incienso, que son las oraciones de los santos.

9 Y cantan un cántico nuevo, diciendo: ¡Digno eres de tomar el rollo, y de abrir sus sellos, Porque Tú fuiste inmolado, Y con tu sangre redimiste para Dios, De toda tribu y lengua y pueblo y nación;

10 Y los has hecho para nuestro Dios, un reino de sacerdotes, Y reinarán sobre la tierra!

11 Y mirando yo, oí la voz de muchos ángeles alrededor del trono, y de los seres vivientes, y de los ancianos: el número de ellos era miríadas de miríadas y millares de millares, 12 que decían a gran voz: ¡Digno es el Cordero que fue inmolado, de tomar el poder, y la riqueza, y la sabiduría, y la fortaleza, y el honor, y la gloria y la alabanza!

13 Y a toda cosa creada en el cielo y en la tierra, y debajo de la tierra, y en el mar y a todas las cosas que están en ellos, oí que decían: ¡Alabanza, y honra y gloria y dominio al que está sentado en el trono, y al Cordero, por los siglos de los siglos!

14 Y los cuatro seres vivientes decían: ¡Amén! Y los ancianos se postraron y adoraron.

 

Comentario a Apocalipsis Simon Kistemaker. PDF pag. 175

El rollo sellado 5:1–5

En el centro del universo, Dios está sentado en su trono para reinar sobre todo lo que ha creado. Aunque la tierra está llena de perturbaciones y trastornos, catástrofes naturales en forma de inundaciones y terremotos, sufrimiento humano por hambre y enfermedades, guerras y conflictos, Dios sigue siendo quien reina. Alimenta a las aves del cielo y hace que crezcan los lirios del campo (Mt. 6:26, 28–29). Nada sucede sin su voluntad. Si Dios, pues, cuida de su gran creación, cuánto más no cuidará a su pueblo. El capítulo 4 describe a Dios y su trono en el cielo; el capítulo siguiente presenta al Cordero de Dios, a quien en las Escrituras del Antiguo Testamento se lo conoce como el león de la tribu de Judá y la raíz de David (Gn. 49:9–10; Is. 11:1, 10). Fue sacrificado en la cruz del Calvario para redimir a su pueblo del pecado y la culpa; como portavoz de Dios fue enviado a revelar su palabra (Jn. 3:31–34). Cumplió con su tarea sacerdotal de redimir a los santos y con la tarea profética de enseñarles la revelación de Dios. Como vencedor cumple con su tarea real. El Cordero ocupa el lugar central en todos los decretos de Dios, porque es digno y capaz de romper el sello y abrir el rollo. Nada sucede al margen del Cordero, porque tanto la creación como la redención comienzan y concluyen con él. Y por último, la palabra Cordero no debería tomarse en forma literal sino simbólica.

 

1. Y vi en la mano derecha del que está sentado en el trono un rollo escrito por dentro y en el dorso sellado con siete sellos. Los rollos se escribían de un solo lado. Pero en este caso, Juan dice que el rollo estaba escrito por dentro y en el anverso para indicar que el mensaje era tan abundante que tuvieron que utilizarse ambos lados. Que el rollo esté en forma visible en la mano de Dios da testimonio de que él es el autor. Luego, en el dorso aparece escritura hasta tal grado que no se podía agregar ni una línea más. La extensión de la producción escrita es tan voluminosa que abarca el plan completo de Dios. Es decir, el rollo revela el plan completo de Dios y su finalidad para el mundo entero a través de los siglos, desde el principio hasta el fin. Para nosotros, el rollo con sus sellos es evidencia de lo que Dios planificó para la salvación de su pueblo.

 

2. Y vi a un poderoso ángel proclamando a gran voz, «¿Quién es digno de abrir el rollo, es decir, romper sus sellos?» 3. Y nadie en el cielo ni en la tierra o debajo de la tierra era capaz de abrir el rollo o de mirar dentro. La implicación es que nadie contaminado por el pecado podía acercarse al trono. Por eso solo El Cordero sacrificado pudo tener acceso.

 

4. Y me puse a llorar, porque no se podía encontrar a nadie para abrir el rollo y mirar dentro de él. 5. Y uno de los ancianos me decía, «No llores, mira, el león de la tribu de Judá, la raíz de David, ha vencido. Él puede abrir el rollo y sus siete sellos».

 

SIMON KISTEMAKER: Juan derramó copiosas lágrimas por el profundo dolor que sintió ante el rollo sellado que contenía la clave de la redención del pueblo de Dios. Si el rollo seguía sellado, no se ejecutaría el plan de salvación de Dios y la raza humana quedaría para siempre condenada. 

Nadie en el universo entero respondía al llamamiento del ángel para romper los sellos y abrir el rollo.

Ningún ser humano ni ángel eran dignos: en realidad, su silencio daba fe de su indignidad. Aunque seres humanos han tratado y siguen tratando una y otra vez de conseguir su propia salvación, su obvio fracaso los descalifica. En consecuencia, si el rollo permanecía cerrado, la maldición de Dios seguiría presente en la humanidad pecadora, y la creación no sería liberada de la esclavitud del deterioro (Ro. 8:21), y el sufrimiento duraría de manera interminable.

Pero nótese que uno de los ancianos, como representante de la humanidad redimida, se dirige a Juan (véase 7:13). Le dice que deje de llorar y se concentre en «el león de Judá, la raíz de David, [quien] ha triunfado». El verbo triunfar trasmite buenas nuevas. Relaciona este versículo con las cartas a las siete iglesias, que contienen el estribillo «el que triunfa» (p.ej., 2:7), y también con Jesús que dice «he triunfado» (3:21; Jn. 16:33). Este verbo implica que Jesús es el vencedor sobre la muerte y el infierno, las primicias de los muertos, y el Rey que subió al cielo para sentarse a la diestra de Dios. Como vencedor, Jesús es digno de romper los sellos y desenrollar el documento. Como autor de la salvación, recibió el honor y distinción de tomar el rollo de la mano de Dios y abrirlo.

 

6. Y vi en medio del trono y de los cuatro seres vivientes, y en medio de los ancianos a un Cordero como si hubiera sido sacrificado. Tenía siete cuernos y siete ojos, que son los siete espíritus de Dios que son enviados a toda la tierra.

a. «Y vi en medio del trono y de los cuatro seres vivientes, y en medio de los ancianos a un Cordero que estaba como si hubiera sido sacrificado». El sujeto en esta frase es el Cordero, no el león de la tribu de Judá ni la raíz o [p 233] rama de David. El Cordero es el símbolo del animal que se sacrificaba en la fiesta de la pascua de los israelitas. Con la sangre del cordero tenían que untar los dos postes y el dintel de sus casas, de modo que el ángel de la muerte pasara de largo y no tocara la vida de sus primogénitos (Éx. 12:1–13). Asimismo, el Cordero está simbolizado en el cordero que era llevado al sacrificio e inmolado por la trasgresión de su pueblo (Is. 53:7–8; Hch. 8:32). Juan el Bautista dos veces llamó a Jesús el Cordero de Dios (Jn. 1:29, 36). Y por último, Pedro se refiere a los redimidos que han sido liberados «con la preciosa sangre de Cristo, como de un cordero sin mancha y sin defecto» (1 P.1:19).

Pero el símbolo del Cordero también presenta a Jesús como líder y rey. Es entronizado y está sentado en el trono de Dios (Ap. 7:17; 22:1,3). Como el Cordero, ocupa el trono y expresa su ira contra todos sus enemigos (6:16).17 El Cordero estaba de una forma tal como si hubiera sido sacrificado, lo cual significa un cuerpo que había sido despedazado pero que ahora ya había sido sanado y era capaz de estar de pie. Las señales de sus heridas todavía son visibles, como cuando se le dijo a Tomás que mirara las manos de Jesús y tocara la cicatriz en su costado (Jn. 20:27). 

El Cordero estaba de pie en medio del trono de Dios, inmolado, sin embargo, triunfante.18 Pero ¿cómo visualizamos el lugar que Jesús ocupaba «en medio del trono y de los cuatro seres vivientes, y en medio de los ancianos»? Quizá se trate de una forma idiomática hebrea (véase Lv. 27:12 LXX): «Donde nosotros decimos ‘entre A y B’, el hebreo dice ‘entre A y entre B’».19 El Cordero estaba de pie entre el trono y los cuatro seres vivientes por un lado y entre el trono y los ancianos por el otro. Esta explicación encuentra apoyo en el versículo 7, donde se dice que el Cordero vino y tomó el rollo de la mano del que estaba sentado en el trono. En otro lugar Juan pone «al Cordero en el centro del trono» (7:17). Pero en este caso la ubicación del Cordero no tiene relación con otros seres. Y por último, en la carta a los laodiceos Jesús menciona que está sentado en el trono (3:21), en tanto que aquí está de pie con el fin de avanzar hacia Dios y tomar el rollo de su mano.20 b. «Tenía siete cuernos y siete ojos, que son los siete espíritus de Dios enviados a toda la tierra». 

El triple empleo del número siete enfatiza el [p 234] símbolo de totalidad con respecto al Cordero. El cuerno es símbolo de poder (p.ej., ver 17:12; Dt. 33:17), y con este poder Jesús, como Rey de reyes, promueve verso; nada lo elude. Debido a su visión completa tiene conocimiento, discernimiento y comprensión completos; estos son los ojos del Señor que abarcan todo el mundo (2 Cr. 16:9; Job 24:23; Pr. 15:3; Jer.16:17; Zac. 3:9; 4:10). Juan da una explicación del significado de siete ojos. Son los siete espíritus de Dios que él ha enviado. Antes mencionamos que la expresión siete espíritus se refiere a la plenitud del Espíritu Santo (véase el comentario acerca de 1:4; 3:1; 4:5). Tanto el Padre como el Hijo encargan al Espíritu que vaya a toda la tierra (Jn. 14:26; 15:26; 16:7; Gá. 4:6). De hecho, Jesús comisiona al Espíritu Santo para que realice la obra de dar a conocer al Hijo de Dios y a su mensaje de redención en todas las partes del mundo. Aquí hay una referencia indirecta al derramamiento del Espíritu Santo en Pentecostés, en cuyo poder fueron enviados los apóstoles «hasta los confines de la tierra» (Hch. 1:8). El tiempo perfecto del participio griego enviado indica la presencia y obra continuas del Espíritu Santo en los corazones y vidas del pueblo de Dios, la justicia y la equidad. 

Con siete cuernos posee toda la autoridad para reinar en el cielo y en la tierra (Mt. 28:18; Jn. 17:2). Con una visión completa (siete ojos) puede observar todo lo que acaece en el universo; nada lo elude. Debido a su visión completa tiene conocimiento, discernimiento y comprensión completos; estos son los ojos del Señor que abarcan todo el mundo (2 Cr. 16:9; Job 24:23; Pr. 15:3; Jer.16:17; Zac. 3:9; 4:10).

Juan da una explicación del significado de siete ojos. Son los siete espíritus de Dios que él ha enviado.

Antes mencionamos que la expresión siete espíritus se refiere a la plenitud del Espíritu Santo (véase el comentario acerca de 1:4; 3:1; 4:5). Tanto el Padre como el Hijo encargan al Espíritu que vaya a toda la tierra (Jn. 14:26; 15:26; 16:7; Gá. 4:6). De hecho, Jesús comisiona al Espíritu Santo para que realice la obra de dar a conocer al Hijo de Dios y a su mensaje de redención en todas las partes del mundo. Aquí hay

una referencia indirecta al derramamiento del Espíritu Santo en Pentecostés, en cuyo poder fueron enviados los apóstoles «hasta los confines de la tierra» (Hch. 1:8). El tiempo perfecto del participio griego enviado indica la presencia y obra continuas del Espíritu Santo en los corazones y vidas del pueblo de Dios.

 

7. Y vino y tomó el rollo de la mano derecha del que está sentado en el trono.

El Cordero fue hacia Dios que estaba sentado en el trono (véase la explicación de v. 6). Se acercó al trono de donde estaba de pie entre los cuatro seres vivientes y los ancianos. De la diestra de Dios tomó el rollo. Aunque la expresión el rollo aparece cinco veces en los cinco primeros versículos de este capítulo, aquí en el texto griego se omite y debe incluírselo. Al omitirlo, el énfasis recae en el Cordero, no en el rollo.

Es la diestra del que está sentado en el trono la que entrega el rollo al Cordero, dando a entender que Dios le confía la autoridad de convertir en realidad su contenido (compárese con 1:1). La diestra en la cultura oriental significa éxito, en tanto que la izquierda denota algo siniestro. El Cordero recibe el poder de romper los sellos y de abrir el rollo (véase v. 9a).

 

8. Y cuando tomó el rollo, los cuatro seres vivientes y los veinticuatro ancianos se postraron delante del Cordero. Cada uno tenía un arpa y copas de oro llenas de incienso, que son las oraciones de los santos.

a. «Y cuando tomó el rollo, los cuatro seres vivientes y los veinticuatro ancianos se postraron delante del Cordero». La única persona en el universo entero que es digna y capaz de tomar el rollo de la mano de Dios es el Cordero. Y cuando lo toma y supuestamente rompe los sellos para abrirlo, los cuatro seres vivientes y los veinticuatro ancianos como representantes del mundo angélico y de la humanidad redimida se postran en adoración ante el Cordero.22 Reconocen su poder y autoridad; se sienten jubilosos de que ahora se estén revelando los contenidos del rollo; se complacen en la realización del plan y propósito de Dios; y se regocijan en la salvación de su pueblo.

b. «Cada uno tenía un arpa y copas de oro llenas de incienso». Los ángeles y ancianos cantan su cántico acompañados de las arpas que cada anciano tiene. La gramática griega favorece que sean los ancianos y no los cuatro seres vivientes quienes tengan arpas y copas de oro. Además, en el culto de adoración las arpas las tocaban no los ángeles sino los levitas (1 Cr. 25:1, 6); y son los ancianos y no los ángeles quienes cumplen deberes sacerdotales. Pero todos ellos cantan acompañados de arpas. No deberíamos pensar en arpas modernas sino más bien en un «instrumento rectangular o trapezoide … con un promedio de ocho o nueve cuerdas».23 Las Escrituras se refieren al arpa y a la lira tanto en el Antiguo como en el Nuevo Testamentos (2 Cr. 29:25; Sal. 33:2; 71:22; 92:3; 98:5; 147:7; 149:3; 150:3; Ap. 14:2; 15:2).

Los judíos empleaban el arpa como instrumento convencional para acompañar el canto de los salmos. Esto resulta evidente por las numerosas referencias a ella en el salterio. Dios instruyó a los israelitas para que hicieran copas de oro puro para el servicio en el tabernáculo: «También deben ser de oro puro sus platos y sus bandejas, así como sus jarras y tazones para verter las ofrendas» (Éx. 25:29; véase también 37:16). Estas copas también se utilizaron en el templo de Salomón (2 Cr. 4:22); se llevaron a Babilonia (2 R. 24:13) y con el tiempo se devolvieron a Jerusalén (Esd. 1:10). Las copas eran objetos planos en forma de platillo para poner en él el incienso.24 c. «Que son las oraciones de los santos». Juan da una interpretación de las copas de incienso, recurriendo para ello al Antiguo Testamento. En sus salmos David ora a Dios y dice: «Que suba a tu presencia mi plegaria como una ofrenda de incienso» (Sal. 141:2; véase también Ap. 8:3). ¿Son las oraciones las de los santos en el cielo o en la tierra? Los santos bajo el altar están clamando a Dios para que juzgue a quienes le son hostiles y vengue a quienes fueron inmolados por su causa (Ap. 6:10). Si limitamos las oraciones a los santos en el cielo, resultamos demasiado restrictivos. Debemos incluir las peticiones y alabanzas de acción de gracias de parte de los santos en la tierra.  La expresión santos se encuentra con frecuencia en Hechos, las cartas y Apocalipsis; significa «los santificados». En el Antiguo Testamento santos son los que acompañan a Dios (Dn. 7:21–22), pero en el Nuevo Testamento son quienes han sido santificados por medio de Jesucristo. Los santos comparten la santidad de Dios al entrar en comunión con él.25

 

9. y 10.  Un cántico de alabanza y agradecimiento.

 


 

 

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