APOCALIPSIS 4. FABIAN MASSA.
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Apocalipsis 4 - Nueva Versión Internacional
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El trono en el cielo
Después de esto miré y allí
en el cielo había una puerta abierta. Y la voz que me había hablado antes con
sonido como de trompeta me dijo: «Sube acá: voy a mostrarte lo que tiene que
suceder después de esto». 2 Al instante vino sobre mí el Espíritu y vi un trono
en el cielo y a alguien sentado en el trono. 3 El que estaba sentado tenía un
aspecto semejante a una piedra de jaspe y de cornalina. Alrededor del trono
había un arcoíris que se asemejaba a una esmeralda. 4 Rodeaban al trono otros
veinticuatro tronos en los que estaban sentados veinticuatro ancianos vestidos
de blanco y con una corona de oro en la cabeza. 5 Del trono salían relámpagos,
estruendos y truenos. Delante del trono ardían siete antorchas de fuego, que
son los siete espíritus[a] de Dios, 6 y había algo parecido a un mar de vidrio,
como de cristal transparente.
En el centro, alrededor del trono, había cuatro seres vivientes cubiertos de ojos por delante y por detrás. 7 El primero de los seres vivientes era semejante a un león; el segundo, a un becerro; el tercero tenía rostro como de hombre; el cuarto era semejante a un águila en vuelo. 8 Cada uno de ellos tenía seis alas y estaba cubierto de ojos, por encima y por debajo de las alas. De día y de noche repetían sin cesar:
«Santo, santo, santo
es el Señor Dios Todopoderoso,
el que era y que es y que
ha de venir».
9 Cada vez que estos seres vivientes daban gloria, honra y acción de gracias al que estaba sentado en el trono, al que vive por los siglos de los siglos, 10 los veinticuatro ancianos se postraban ante él y adoraban al que vive por los siglos de los siglos. Y deponían sus coronas delante del trono exclamando:
11 «Digno eres, Señor y Dios nuestro,
de recibir la gloria, la honra y el poder,
porque tú creaste todas las
cosas;
por tu voluntad existen
y fueron creadas».
4 Después de esto miré y allí en el cielo había una puerta abierta.
Ap. 4.1 marca dos cambios en la
narrativa: El primero es que, hasta ahora, a Juan se le había hablado y
ordenado que escriba sobre la realidad de las Iglesias, en su tiempo. Pero a
partir de ahora, se le va a decir lo que tiene que suceder después de esto.
El segundo, es que cambia el
escenario de los mensajes a las Iglesias en su miseria terrenal y se pasa a una
visión excelsa del Cielo y de la Corte de Dios.
Una puerta en el cielo y la orden
de que suba allí, lo cual implica que necesariamente debía haber una escalera al
cielo que conecte la temporalidad donde vivía Juan con esa otra realidad.
Y la voz que me había hablado antes
con sonido como de trompeta me dijo: «Sube acá: voy a mostrarte lo que tiene que suceder después de esto».
Juan deja en claro que el que le
habla ahora, es el mismo que le había hablado antes con voz de trompeta: Jesús
mismo.
“El relato que Juan hace va
envuelto en lenguaje simbólico y debería interpretarse en consecuencia. Es
decir, la «puerta» al cielo es una expresión figurativa que para Juan significa
los límites de su observación celestial. No todo le resulta visible. Nótese la
voz pasiva que se emplea, quizá como recurso lingüístico para evitar escribir
el nombre de Dios. La cláusula significaría pues, «una puerta fue abierta en el
cielo por Dios» Pero el que está sentado en el trono es demasiado asombroso
como para poder describirlo. De ahí que el vidente sólo habla acerca de alguien
que están sentado en el trono (vv. 2, 3, 9, 10; 5:1, 7, 13), y que ese alguien
es el Dios Todopoderoso. Dios ha abierto el portal del cielo y lo ha dejado abierto
para que Juan pudiera ver el trono divino y revelar la soberanía de Dios a sus
hermanos creyentes. Juan no fue el primer mortal al que se le permitió ver el
cielo. En un sueño, Jacob vio una escalera que llegaba hasta el cielo desde
donde Dios se le dirigió. Jacob exclamó: «¡Qué asombroso es este lugar! Es nada
menos que la casa de Dios; ¡es la puerta del cielo!» (Gn. 28:17. También a
Isaías, Ezequiel y Daniel se les permitió ver el trono celestial de Dios (Is.
6:1; Ez. 1:26; Dn. 7:9)”. Simón Kistemaker. Comentario a Apocalipsis
PDF pág. 161.
2 Al instante vino sobre mí el
Espíritu y vi un trono en el cielo y a alguien sentado en el trono. 3 El que
estaba sentado tenía un aspecto semejante a una piedra de jaspe y de cornalina.
Alrededor del trono había un arcoíris que se asemejaba a una esmeralda. 4
Rodeaban al trono otros veinticuatro tronos en los que estaban sentados
veinticuatro ancianos vestidos de blanco y con una corona de oro en la cabeza.
5 Del trono salían relámpagos, estruendos y truenos. Delante del trono ardían
siete antorchas de fuego, que son los siete espíritus de Dios, 6 y había algo
parecido a un mar de vidrio, como de cristal transparente.
Pero a Juan se le otorga el honor de subir a la sala del trono, que es la presencia misma de Dios, y de relatar lo que vio. Más que dar una descripción de Dios, lo cual está prohibido (Éx. 20:4), o del cielo como tal, Juan presenta un retrato simbólico del trono divino y de quienes están reunidos a su alrededor: cuatro seres vivientes, veinticuatro ancianos, muchos ángeles y todos los otros seres del universo entero. Ve al Cordero, siete lámparas y un mar de vidrio.
Los siete espíritus de Dios la
plenitud de la Gloria de Dios
En el centro, alrededor del trono,
había cuatro seres vivientes cubiertos de ojos por delante y por detrás. 7 El
primero de los seres vivientes era semejante a un león; el segundo, a un
becerro; el tercero tenía rostro como de hombre; el cuarto era semejante a un
águila en vuelo. 8 Cada uno de ellos tenía seis alas y estaba cubierto de ojos,
por encima y por debajo de las alas. De día y de noche repetían sin cesar:
«Santo, santo, santo
es el Señor Dios Todopoderoso,
el que era y que es y que ha de venir».
Al igual que el profeta Ezequiel, Juan también menciona los Cuatro Seres Vivientes comparen con Ezequiel 1.
La interpretación
tradicional de los veinticuatro ancianos es que esta cifra es el total de doce
por dos, a saber, los doce patriarcas del Antiguo Testamento y los doce
apóstoles del Nuevo Testamento, los representantes de los redimidos por Cristo.
Victorino de Pettau en Pannonia (la Hungría moderna), quien murió en el 304,
fue el primero en sugerir este punto de vista en su comentario del Apocalipsis.
Muchos estudiosos modernos han adoptado este punto de vista como interpretación
simbólica de este pasaje, con variantes. La evidencia bíblica sustenta esta
interpretación, porque los ancianos formaban parte integral de la vida
religiosa de Israel en la época del Antiguo Testamento. En tiempos de Jesús y
de los apóstoles, había ancianos miembros del Sanedrín y prominentes en
comunidades judías locales. Luego, Pablo nombró a ancianos en las iglesias que
había fundado (Hch. 14:23) y dio instrucciones a Tito para que los nombrara en
todas las localidades en la isla de Creta (Tit. 1:5). Y en la era
post-apostólica, los ancianos asumieron el liderazgo en el gobierno de las
iglesias locales. El término griego presbuterion (presbiterio) se encuentra en
los escritos de Lucas y en las cartas Pastorales para designar un concilio de
ancianos (Lc. 22:66; Hch. 22:5; 1 Ti. 4:14). El término ancianos (en griego
presbuteroi) se encuentra doce veces en Apocalipsis: por ejemplo, están
sentados, se postran en adoración, hablan y cantan. Simon Kistemaker, páginas
164-165.
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