HEBREOS 9.1-10 EL CULTO QUE YA FUE. FABIAN MASSA
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NO PEDIMOS DIEZMOS NI OFRENDAS |
El culto que ya fue.
9 El primer pacto tenía sus normas para el culto y un santuario terrestre. 2 Se habilitó ese santuario de tal modo que en su primera parte, llamado el Lugar Santo, estaban el candelabro, la mesa y los paneles consagrados. 3 Tras la segunda cortina estaba la parte llamada el Lugar Santísimo, 4 el cual tenía el altar de oro para el incienso y el arca del pacto, toda recubierta de oro. Dentro del arca había una vasija de oro que contenía el maná, la vara de Aarón que había retoñado y las tablas del pacto. 5 Encima del arca estaban los querubines de la gloria, que cubrían con su sombra la tapa del arca. Pero ahora no se puede hablar de eso en detalle.
Cuando se construyó el Templo de Salomón y las reconstrucciones posteriores, siempre se respetó este modelo. Para ver la historia del Tabernáculo y los Templos de Jerusalén, ver: HEBREOS 8 - EL TABERNÁCULO TERRENAL Y EL CELESTIAL.
https://iglesiadeladispersion.blogspot.com/2025/05/juan-107-11-religion-versus-cristo.html
Cada una de las cosas que había en el Tabernáculo tienen suma importancia, algunos van a convertirse en símbolos que se mencionarán de manera directa o indirecta a lo largo de la Biblia. Sería bueno que le den una buena leída.
6 Así dispuestas todas estas cosas, los sacerdotes entran continuamente en la primera parte del santuario para celebrar el culto. 7 Pero en la segunda parte entra únicamente el sumo sacerdote, y solo una vez al año, provisto siempre de sangre que ofrece por sí mismo y por los pecados de ignorancia cometidos por el pueblo.
Aquí también un detalle de suma importancia: En Lugar Santísimo, tras la pesada Cortina (un elemento fundamental, porque separaba claramente las áreas) estaba el altar de oro para el incienso y el Arca del Pacto. Sobre el propiciatorio (la Tapa del Arca) se posaba la Shekhiná, la Nube de Gloria (de día) y la Columna de Fuego (por la noche) La Presencia misma del Dios Vivo.
Solo podía entrar el Sumo Sacerdote, después de purificarse y seguir un ritual muy estricto (Ver Levíticos 16) y nadie más. Esto solo ocurriría en el Día de Yom Kippur, El Día del Perdón, festividad que el Judaísmo aún guarda.
8 Con esto el Espíritu Santo da a entender que, mientras siga en pie el primer santuario, aún no se habrá revelado el camino que conduce al Lugar Santísimo. 9 Esto nos ilustra hoy día que las ofrendas y los sacrificios que allí se ofrecen no tienen poder alguno para perfeccionar la conciencia de los que celebran ese culto. 10 No se trata más que de regulaciones externas relacionadas con alimentos, bebidas y diversas ceremonias de purificación, que son válidas solo hasta el tiempo señalado para reformarlo todo.
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EL PRESIDENTE MILEI EN EL MURO DE LOS LAMENTOS |
En el tiempo en que vivía el autor de la Carta a los Hebreos, el Templo de Jerusalén estaba operativo. El Día del Perdón era una Festividad muy sagrada que se repetía año tras año, porque no quitaba el pecado del Mundo, sino que solo lo tapaba con la sangre del sacrificio para apartar la Ira de Dios. Pero el último Templo, el de Herodes el Grande, fue completamente destruido en el año 70 por el Gral. Tito y nunca más se volvió a reconstruir. Solo quedo la pared Oriental, conocida como Muro de los lamentos:
El Primer Templo, Templo de Salomón, fue construido en el siglo X a. C., y destruido por los babilonios en el 587 a. C. El Segundo Templo, en tanto, fue reconstruido por los líderes Zorobabel, Esdras y Nehemías en el año 536 a. C. a la vuelta del exilio en Babilonia, y fue destruido de nuevo por los romanos en el año 70, durante la primera guerra judeo-romana. De tal modo, cada templo se mantuvo en pie por unos 500 años .
De acuerdo con la historia, cuando las legiones del emperador Vespasiano destruyeron el templo, sólo una parte del muro exterior quedó en pie. El entonces general Tito dejó este muro para que los judíos tuvieran el amargo recuerdo de que Roma había vencido a Judea (de ahí el nombre de Muro de las Lamentaciones). Los judíos, sin embargo, lo atribuyeron a una promesa hecha por Dios, según la cual siempre quedaría en pie al menos una parte del templo sagrado como símbolo de su alianza perpetua con el pueblo judío. Los judíos han orado frente a este muro durante los últimos dos mil años, creyendo que este es el lugar accesible más sagrado de la Tierra, ya que no pueden acceder al interior de la Explanada de las Mezquitas, que sería el más sagrado de todos. En todo caso, las oraciones hebraicas frente al muro no se limitan a los lamentos. Lee el libro de los Salmos y se realizan ceremonias de Bar Mitzva. Alabanzas y peticiones (orales y escritas) son comunes y continuas. [1]
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